Me gusta muchísimo jugar a juegos de mesa, me hace feliz robar cartas y colocar recursos y ver cómo la mesa se va llenando de cosas. Pero es una afición que suele requerir una inversión económica, gente con disponibilidad, una lectura pausada para entender las reglas, una mesa grande y tiempo suficiente (hay que desmontar el juego, que habrá que cenar).
O sea que ya tiene una barrera de entrada bastante alta como para que encima le pongamos trabas a los compañeros de juego por su género, etnia o sexualidad.
La gente de Devir me encargó un dibujo para celebrar el Día del Orgullo recordando precisamente eso: que los juegos de mesa deberían ser un sitio seguro para todos. Sí, incluso para la gente que hace torres con los meeples y pasa completamente del resto.
(Culpable)
Aquí tenéis la ilustración por si queréis usarla de wallpaper:
