Una cosa que he aprendido es que el boceto no es una verdad inmutable: a menudo puedes (y debes) cambiarlo.
Cuando estaba planteando la historia de Por Siempre Jamás para presentarla a editoriales tenía bastante claro qué quería que pasara, pero no cómo -componer escenas es a la vez bonito y un suplicio-. Por eso hay bastantes diferencias entre el boceto inicial y la página final:
Como era para un dossier y quería mimar los detalles hice los bocetos mucho más elaborados de lo habitual. Eso tiene la desventaja de que pierdes la torta de tiempo, y la ventaja de que me di cuenta a tiempo de que la primera aparición de Maite merecía algo más que 1/4 de página. Y de que había que mover el banco para que no pareciera que se iba a toñar 😅