El Diccionario de Fantasía es un cómic de coña, pero tiene tanto chiste por segundo que su densidad se mide en megatones por metro cúbico. Además junta criaturas, cuentos, mitos… un poco a lo loco. En suma: es una masa gigante de chistes con cosas de fantasía asomando.
El reto era conseguir una portada que transmitiera exactamente eso… sin abrumar a nadie.
Lo primero que hice fueron bocetos para explorar ideas: una clase (porque el Diccionario es un tratado académico muy muy serio), una colección metida en tarros, algo tipo un libro de texto…
Más o menos rápido Morán y yo nos encariñamos con el boceto arriba izquierda: el título dividido en dos y rodeado de un batiburrillo de elementos. Depuré un poco el boceto para decidir exactamente qué criaturas poner, intentando que fueran una mezcla de antiguas y recientes, de europeas y asiáticas…
Cuando veo que me convence hago la línea y distintas pruebas de color. En esta parte del diseño incluyo las tapas completas, para ver que todo quede bien junto y no llevarme sustos luego. Los colores del diccionario son beige y azul turquesa, así que me mantengo por ese área: pinto primero el fondo y luego doy un color base a los elementos.
Luego añado los colores y las sombras.
Aquí me doy cuenta de que necesito alejarme un poco del diseño y dejarlo madurar uno o dos días. Cuando vuelvo me es más fácil ver qué partes no se leen bien y corregirlo ajustando los colores. Aprovecho y pongo los brillos de la llamarada y de los ojos del hombre polilla, para que parezcan cristal brillante
Luego toca añadir los textos y tachán, ¡habemus portada!
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