Hacer un cómic viene a ser dibujar a los mismos personajes ochocientas veintiséis veces (centena arriba, centena abajo). De hecho, esa es la gracia y parte de la razón por la que los autores de cómic estamos más pallá que pacá.
Parece que no pero la repetición viene con su complicación añadida: ¿cómo te aseguras de que estás dibujando lo mismo? Sobre todo si -como yo- te gusta hacer diseños de vestuario con detallitos, ¿cómo asegurarte de que dibujas las cintas del sombrero siempre iguales, o que los tatuajes no varían? Esto en cine se llama raccord, y mantenerlo (que de una viñeta a la siguiente haya coherencia, y no le cambien a alguien los zapatos, o el bolso) es bastante difícil.
Vaya por delante que yo soy horrorosa en estas lides. Pero llevar tres proyectos grandes a la vez -y un puñado de pequeños, ejem- me ha enseñado algunas cosas que paso a compartir.
Material de referencia
El secreto es: cuanto más trabajo pongas en preparar tu material de referencia, menos tiempo perderás luego en hacer las páginas. Pero al mismo tiempo no puedes decir ‘hasta que tenga referencias de absolutamente todo no hago el cómic’ porque… bueno, porque no lo harías nunca. Hay que preparar lo que sabes que vas a necesitar.
Pararte a dibujar qué ropa llevan tus personajes, qué altura tienen y cómo se comparan con otros, etc, significa que cuando estés enfrentándote a una viñeta particularmente difícil bastará con revisar las referencias para saber cómo iba tal o cual cosa, y podrás dedicarte a otros temas más importantes (como a dibujar el perfil de Cam, eso requiere atención).
De hecho, lo mejor es dibujarlos desde distintos ángulos -lo que en animación viene a llamarse un turnaround- porque te da igual saber cómo es el personaje de frente, en cuanto empiece el cómic vas a necesitar dibujarlo en escorzo de tres cuartos y vas a agradecer saber cómo es su ropa por detrás. ¡Y lo mismo con los escenarios!
Una referencia no sirve si no se mira
Ya que te la has currado, hay que usarla. Pero, ¿cómo tener tu referencia a mano, fácilmente visible? Hay quien tiene una pantalla sólo para las referencias, hay quien se las imprime… A mí imprimirlas me gusta, pero tiene sus problemas (que os contaré enseguida).
Lo que más uso es un programa llamado PureRef (arriba tenéis el tablero del cuarto capítulo de La Taza Medio Llena), con lo que haciendo alt+tab me muevo entre lo que estoy dibujando y las referencias rápidamente. Vale también un lienzo en blanco grandecito, o si usáis Clip Studio la función nativa, que permite abrir una imagen y tenerla de referencia sobre el dibujo. La podéis encontrar en Ventana > Subvista.
¿Y si algo cambia?
Vale, ¿recordáis que he dicho que soy horrorosa con este tema? Pues es porque aunque eche un buen rato a preparar referencias, luego no dedico el suficiente a mantenerlas actualizadas. O sea que si alguien se mancha, o sufre una herida, o se le rompe la ropa… pues tengo que confiar en mi memoria prodigiosa.
Y ahí se lía todo, claro.
Es la misma razón por la que imprimir referencias no me suele funcionar: se me llena la mesa de papeles, se me quedan anticuadas y no imprimo nuevas. Prefiero ir haciendo capturas de pantalla del propio cómic -o incluso de las páginas completas- y poniéndolas junto a las referencias. Así no tengo que hacer dibujos aparte y tengo la información toda junta.
Aquí el tablero de Curso de Cocina para Exdioses, donde en pocas páginas se han cambiado de ropa dos veces:
…y si todo falla, siempre nos quedará un postit pegado en una zona bien visible desde la mesa de dibujo, como este que hice porque no importa cuántas páginas del cómic-juego de la goblin dibuje, nunca recuerdo si la banderita de pizza está a la izquierda o a la derecha.
En mi eterna batalla por conservar el raccord (¿qué raccord?) he probado algunas estrategias más, que os contaré en el siguiente post. ¡Espero que este os haya gustado! Si es así, os podéis apuntar a la newsletter y os voy enseñando dibujos y contando cosas de quince en quince días.