Allá por el primer capítulo de La Taza Medio Llena os expliqué que estaba haciendo los lápices en papel, cómo y por qué. Ahora que se está acabando el tercer capítulo me parece buen momento para entrar al detalle de otra de mis partes favoritas: la que sucede entre el guion y el dibujo.
Es una parte bastante olvidada, porque está el papel de la guionista y el de la dibujante, pero hay un trabajo escondido detrás que es hacer que esas dos cosas se den la mano.
En los dos primeros capítulos de La Taza yo escribía el guion detallando el número de viñetas y el diálogo de cada página. Luego repartía las viñetas en miniaturas como las de la foto que encabeza este post, para ver cómo encajaban las páginas entre sí. Cuando llegaba el momento de hacer el lápiz usaba la miniatura como guía. Me funcionaba bastante bien… excepto por tres cosas:
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- Hacer cambios en la estructura de la página significaba hacer una miniatura nueva, aunque sólo quisiera cambiar una viñeta. Esto lo podía arreglar con postits o notas, pero a más cambios, más cacao.
- En una miniatura no cabe el texto del guion, con lo que si había dejado poco espacio, o demasiado, no me daba cuenta hasta que ya estaba el lápiz hecho. Siempre tocaba redibujar o mover alguna cosita.
- Perdía tiempo trazando en un folio en blanco las viñetas de la miniatura. Nada terrible, pero diez minutos por página, por ochenta páginas…
Un día estaba escuchando streaming de dibujantes y mencionaron una cosa llamada nemus: páginas hechas muy a lo guarro con el texto ya integrado, que alguien que no sea el autor podría entender. Se ve que las usan sobre todo en cómics seriados para que el editor pueda opinar mejor que simplemente leyendo el texto del guion.
Me pareció buena idea y decidí probarlo para el tercer capítulo. Escribí el guion y luego me puse a hacer la distribución de viñetas directamente en CSP, feo pero eficiente:
Hice los nemus de todo el capítulo de seguido para asegurarme de que cabía y resultaba satisfactorio antes de pasar a mayores (siendo mayores lápiz, línea limpia, etc). Es la primera vez que lo hago así, ya que antes distribuía viñetas en bloques de 10-15 páginas. La verdad es que aporta mucha tranquilidad abrir el archivo y saber que todo el capítulo está ‘legible’ y listo para ser dibujado:
Tuve unos días de intentar seguir usando el sistema anterior (tener el nemu de referencia pero hacer el lápiz en una hoja en blanco) y me di cuenta rápido de que así sólo perdía la ventaja de que encajara bien el texto. En un -raro- momento de inspiración tecnológica decidí imprimir los nemus en azul muy flojito y dibujar encima.
Así se mantenían las proporciones, cabía el texto y ahorraba los diez minutos de volver a trazar las viñetas. Aquí podéis ver el nemu de la página, el lápiz escaneado y ya la línea final:
Los de ojo avizor veréis que en la página final los bocadillos están un poco distintos. En un post a futuro os hablaré de cómo escribo los guiones y cómo me dejo un poco de margen de maniobra para poder pulir antes de dar la página por acabada.
¡Espero que os haya gustado el vistazo entre bambalinas! Si es que sí os recomiendo muchísimo apuntaros a la newsletter y así os voy compartiendo proyectos, dibujos y detalles del proceso como este.